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Adrian Martinez Bojko

· septiembre 27, 2016 · Arte , Pintura ·

De lo visible y lo oculto, una pintura sutil, imaginativa…

Cada vez que paso por La Barra me atrae una casa que posee una armonía estética particular. Vi sus carteles y me enteré que allí vivía un artista plástico que había venido de Argentina y su esposa. Así que decidí visitarlos.

“Desde muy pequeño, pinté siempre con alegría. Mi madre como casi todas, tiene guardadas mis carpetas del jardín de Infantes. —Me cuenta en cuanto nos presentamos. “Estudié en la Escuela Nacional de Bellas Artes, en Buenos Aires. Fui a diferentes clínicas de los distintos artistas, por ejemplo Julio Le Parc, que hacía arte cinético y óptico. Estudié cera perdida, técnica de vaciamiento de moldes de los escultores, fue esta una técnica que adquirí para realizar mis obras. Luego fui buscando yo mismo lo que me interesaba. Me inquietaron siempre las culturas antiguas de América. Y como una alimentación espiritual las investigo. Estudio. Busco incesantemente.”

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«Entreteladas»

La voz del artista se apasiona a medida que muestra lo que hace. Saca fuerza del hecho de nacer de su soledad que llama al universo para imponerle su acento humano. Su lenguaje no es figurativo. De la realidad del paisaje que vive, en La Barra, toma lo esencial y abstrae lo secundario. Su código es libre e intuitivo, trabaja en formas irregulares y con gran gama cromática. Usa colores primarios y predominan el rojo, azul y amarillo. Sus obras son de gran porte aunque recorriendo su atelier uno se encuentra con bellezas de pocas dimensiones, que irradian alegría, inquietud, una estética intachable. Las texturas que emplea van desde el papel, el cartón, la madera, la tela, los encajes… La riqueza de éstas, los colores que ahora prodiga, las franjas paralelas, las pautas del espacio que realiza da un tratamiento personal no sólo al color sino a las formas que aparecen y desaparecen de acuerdo al lugar desde donde se miren.

“Tenía un deseo pendiente de trabajar la madera. Ahora que me he instalado en este lugar lleno de energía, belleza, color, me he puesto a trabajarla. Mi abuelo era ebanista, y yo me crié en su carpintería. Todo el tiempo miraba las tallas. Vuelvo a eso, en estos tiempos. Tengo la necesidad de dejar el color del óleo y meterme en algo aséptico. La tallo, la golpeo, luego le doy tonalidades con tintas y lacas. También dibujo mucho. Estoy dándole un lugar importante en mi trabajo.”

Así dejo a este artista que se ha instalado en nuestro medio desde hace años y sigue buscando caminos en su arte.

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Detalle