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Amalia Nieto

· julio 24, 2017 · Arte , Pintura ·

Amalia Nieto y Petrona Viera, fueron artistas plásticas que llevaron el arte  uruguayo a la categoría de trascender  las fronteras de quién lo ejercía. Fueron mujeres que despertaron con su sensibilidad y amor el respeto  de todos. No sólo en nuestro país, sino en el mundo.

Uno que no sepa nada de ellas puede decir, ¡qué gracia! No lo concibo así fueron mujeres como las primeras ingenieras, o médicas, abogadas y más,  que se recibían y si bien las aplaudían muchos no creían en ellas. No ha sido fácil para la mujer ascender en la escala de valoración humana, como seres especiales donde la igualdad de posibilidades las ha llevado a ser iconos mundiales en este caso, en el Arte.

Amalia Nieto fue un caso que nos enorgullece, como tantas otras mujeres que luego aparecieron poco a poco,  pero que se han impuesto como grandes, en las artes plásticas, en la Literatura, en la música, en la poesía.

Pero hablemos de Amalia Nieto, una mujer, que empezó a pintar de niña, estimulada por una familia de clase media alta, y por consiguiente de las posibilidades que esta situación le daba para su desarrollo intelectual, emocional y cultural.

Pero ya sabemos que aunque la fortuna te quiera apoyar, si no tienes algo dentro ti mismo, no sirve de nada.

Amalia Nieto nació en Montevideo, en agosto de 1907, otros biógrafos dicen 1903.

Fue una pintora, grabadora y escultora uruguaya de larga trayectoria, integrante entre otras fuentes, de la Asociación de Arte Constructivo de Joaquín Torres García y creadora de un estilo propio que la destacó siempre en el Arte Constructivo uruguayo del siglo XX.

Hija del Dr. Cardiólogo uruguayo  y de Angélica Perichón. Su padre fue Director del Hospital Maciel,  pionero en cirugía cardíaca.

Realizó numerosos dibujos, acuarelas, pinturas con óleo y acrílico, esculturas y grabados. Bodegones, paisajes informalistas y calles parisinas, composiciones constructivas y abstracciones. La síntesis geométrica presente en sus pinturas, destacan la impronta  en el arte uruguayo del siglo XX, un constructivismo libre, que nos lleva a una dimensión conceptual y cercana    a la pintura metafísica de Giorgio Morandi.

PROYECCION

Mención especial llevan las Naturalezas muertas mentales, una serie de obras que se consideran lo más explícito de Nieto, como una parábola creadora. Le bastaban pocos utensilios domésticos, arquetipos ya utilizados, que van alcanzando la síntesis. Le llamó Los Petrouchkos ( dibujos personales de tinta y acuarela), Casi todos ellos forman parte de las cartas que le escribía a su esposo, Felisberto Hernández, con quien se casara en 1937.) Y con quien tuviera su hija Ana María.

En el Círculo de Bellas  Artes estudió pintura con Domingo Bazurro. Luego va a Paris, donde permanece tres años estudiando, en la Grande Chaumiere con Otho Friesz y en la Academia con André Lhote.

Asistió a un curso de Historia del Arte en La Sorbona. Visitó a Pedro Figari, que en ese entonces ya se encontraba instalado en Paris.

Regresa al país y comienza a estudiar con Joaquín Torres García, quien dirá de ella: “Nieto jamás fue naturalista”. Tampoco a mi juicio, podría ser netamente constructiva. Pero si no fue del todo naturalista se debió  a que  sentía el orden, la abstracción

Se llegó a un sintetismo: Su espíritu se tomó de todas estas esencias para formar un arte propio.”  Joaquín Torres García.

Sus series van desde Los Petrouchkos, los acordes aplastados, Naturalezas muertas mentales,  Mesa Austera… Los Búhos…

En base a una beca viaja a Chile y en la Universidad estudia con Jorge Romero Brest, con quien mantiene una gran amistad y conocimiento.  Brest es un Docente reconocido en Chile, Argentina y Uruguay.

TRASCENDENCIA

Si regresamos en plena producción a sus viajes a Europa, estudia museología. Pinta las calles de Paris donde aprenderá con Gino Severini la técnica del mosaico, y con Friedlander la del grabado.

En España, Alemania y otros países europeos conoce, se hace amiga de grandes artistas plásticos. Sabemos que cuando se tiene el alma sensible como para “saber ver” todo lo que nos impresiona se nos introduce en el alma, o espíritu de una forma imposible de borrar.

Las cartas de Amalia a Felisberto Hernández (un músico que llenó los salones de 1900, y que conquistó a más de catorce de nuestras mujeres más inteligentes, con quienes se casó), estaban ilustradas  con dibujos coloreados, colores puros, que reflejaban una música sólo para el alma del que la lee, que recorren estas encantadoras composiciones como si transmitieran en el lenguaje que cada uno entendía un mensaje inmenso de amor.

Cuando se acabó el matrimonio o la relación de amor, Amalia, recortó cada figura que había dibujado en sus cartas y las puso en un solo cuadro. Esas encantadoras y diminutas  composiciones fueron enmarcadas y pasaron a tener una vida distinta.

Miguel Bategazzore las asoció a  ex libris, pues el recorte de las imágenes confirmaba la separación afectiva y al mismo tiempo la prolongaba esa pertenencia. ¡El amor!!  Es difícil separar lo que una vez unió a seres especiales y que sólo la locura de Felisberto lo llevó a caminos tan dignos, pero sin entender el amor de las uruguayas.

Entre tantos reconocimientos Amalia Nieto recibió una Mención en la III Bienal de San Pablo.

Gran Premio  de Pintura en el XXXI Salón Nacional. (1967).

Gran Premio  Escultura en el XXXIII Salón Nacional (1969)

Premio Figari del Banco Central del Uruguay en reconocimiento a su trayectoria. (1995).

Primer Premio de Pintura, en Córdoba, Medalla de Oro B¨nai B¨rith Uruguay.

Aún podríamos seguir hablando de esta personalidad tan hermosa, que tuvo la certeza de hacer lo que deseaba íntimamente como vocación y como mujer, en una época que no podría calificar, pero en la que ella fue una triunfadora.

Y ahí la tenemos en nuestros museos como  debe ser compitiendo con los grandes pintores del país.