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Manolo Lima

· septiembre 27, 2016 · Arte , Pintura , Taller ·

[blockquote]La inmensa fuerza vital de la obra.[/blockquote]

Llego a un lugar tan apreciado en Pinares, como es la casa de Manolo y Mariquita. Da la impresión que el artista ha traído un mundo donde personifica la protesta contra una sociedad fría, inhumana, alienante: la distancia de su arte con respecto a ella es la cifra de lo falso del orden social. Por eso Manolo fue de los imprescindibles, un ser humano único como lo comprenderán después que lean la entrevista.

MARIQUITA LIMA

—“Mi nombre es Hortencia Rivero Medeiro — Mariquita Lima para todos—, porque esto resulta cómico, ya que Manolo era un desalineado, desde que lo conocí, y así quedó para siempre el sobrenombre como mi identidad.”

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Manolo nació en Rocha en 1919. Desde pequeño dibujó, como cualquier niño, pero éste fue su lenguaje, incluso más que el escribir. Aunque llegó a hacer poesía en su primera juventud. —“La madre trabajaba en un frigorífico del Cerro. Vivían entonces, en Montevideo, junto a cinco hermanos. Manolo era el mayor. Esa madre, fue una leona peleando en la vida por ella y por sus hijos, todos tan diáfanos, trabajadores, seres humanos honrados, luchadores al fin como lo habían aprendido en su hogar.”

En ese período su madre es atropellada por un automóvil y hospitalizada en estado de coma. Un accidente, algo tan terrible que le ocurre a los seres queridos, un día cualquiera, cuando uno es niño y te dejan sin protección. Siendo la madre el vínculo fundamental de la familia, como en este caso.

LA RESILIENCIA

La resiliencia aparece en seres que son capaces de generar automáticamente la defensa necesaria para poder enfrentar situaciones adversas. En ese tiempo el Consejo del Niño protegía a la niñez desvalida. Así Manolo y sus hermanos pasaron a vivir en uno de estos centros u hogares. Marianella, la única hermana mujer vive aún. Estudió secretariado y música en Montevideo. Manolo y Carlos fueron a un albergue de menores cercano al lugar donde hoy está el Clínicas. Héctor, Orlando y Luis fueron a otra dependencia en Florida.

ADOLESCENCIA

—“Manolo preocupado constantemente por su madre pedía para visitarla en el hospital. Le permitía ir el Director del establecimiento. Pero este hecho le trajo problemas. Quien ha vivido en un internado sabe de los sinsabores que allí, por lo general, se sufren. Fue trasladado a Santa Lucía, una colonia educativa profesional, donde hizo en un Liceo nocturno el 4to año. Carlos se hizo carpintero.”

ENCUENTROS

Viajaban en el mismo ómnibus Alpuy, Edgardo y Alceu Ribeiro (que fueron luego grandes de la Pintura uruguaya). Hablaban de lo que les gustaba hacer, además de asistir al mismo Liceo. Así se entera Manolo que el Maestro Torres García da clases y que ellos asisten a las mismas. También Manolo se incorpora al taller. Es el 1940.

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PROYECCIONES

Nunca sabremos el misterio que encierra cada alma, cada ser… las circunstancias que pueden hacernos tan generosos o tan mezquinos. —“La cuestión es que en un momento dado algunos alumnos del Taller JTG firman el retiro de Manolo de las clases del Maestro, estando este con gripe y por tanto sin que él lo supiera. El dolor fue profundo. ¡La injusticia duele tanto!”

Un día Manolo es llamado por Torres García. Mariquita lo acompaña. Lleva bajo el brazo todos sus cartones, sus telas, sus obras y la esperanza. Los reciben los Torres, —Augusto y Horacio— hijos del Maestro y Joaquín, ese gigante de la pintura uruguaya, que acude a nuestra memoria visual de cabellos y barba tan blanca. A solas, Manolo, expone sus obras. De cada una, hace un análisis, un comentario. Al final le pregunta por qué hace tanto que no viene al Taller. Punto y aparte. “Hay momentos en la vida que te marcan para siempre”.

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MARIQUITA Y LA PINTURA

Para Manolo desde ese entonces fue Mariquita y la pintura: dos razones fundamentales para ser y existir. Era el año 1949. Le propuso matrimonio.

—“Y yo me negaba, —dice tan dulce— ¿de qué íbamos a vivir? Contesté que no. Pero… me fue imposible separarme de él. Esa personalidad tan atrapante de Manolo, ¿quién la resistía? Un hombre al que le importaba el ser humano y la pintura”.

TALLER MALDONADO

El Taller, en esa casa de Pinares fue el lugar de “encuentros” del arte, de la política, de la cultura, de la solidaridad, al fin. Casa que recoge a artesanos, pintores, amigos que necesitan un techo. Manolo fue un maestro que sólo les enseñó los primeros pasos, las reglas de dónde partir. Con su conducta y amistad les regaló una lección de vida. Jamás cobró una clase. Sus alumnos usaban sus pinceles, sus cartones, sus óleos, sus caballetes… Como les decía: “cada uno tiene su ortografía, su sintaxis y su modo de expresión”. El pintaba de noche, cuando todos se iban, o al amanecer…Esas luces eran sus preferidas. Pasaron por ese Taller, entre otros: José Trujillo, Daniel Chiachio, Angel Tejera, Nany Salazar, Evans Fodrini, Raúl Pérez, Mercedes Salazar, Ernesto Drangosch, Torielli, Salgueiro, Efraín Casañas, Daniel Fernández, Yuyo Goitiño… Venían alumnos desde Argentina.

No sólo los alumnos sino otros artistas, muchos amigos que se acercan por la magia del Taller. La música los acompañaba todo el día y la amistad, el arte y el calor humano amalgamaban obras extraordinarias.

EL HOMBRE DEL DESASOSIEGO

—“En Montevideo, Manolo peleó para que el edificio ciudadela no se demoliera (no el de Sichero, sino el del Mercado, detrás del Solís) para organizar allí un lugar para los artistas. En la planta baja de ese sitio pensaban armar una sala de exposiciones para todos los que quisieran mostrar sus obras.”

Como siempre en estos casos en que los sueños se colectivizan, todos los del proyecto, pondrían mano de obra y esfuerzos al por mayor. Serían salas para conciertos de cámara, para trabajar los artesanos, para pintar, para hacer cerámica, para grabar… Era sólo cuestión de darles el lugar que estaba abandonado: suponía un polo de identidad para ponerle otro sello a nuestra cultura.

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BAR JAUJA

Fue uno de los espacios donde Manolo desplegó su arte. Exposiciones individuales y colectivas. El bar donde parroquianos y artistas dialogaban horas. Este sitio debe ser recuperado, ya que es un rincón de nuestro más rico acervo histórico en la ciudad vieja montevideana. Desde los inicios sus obras son figuras y retratos, desnudos etéreos… Cuando se ocupa del paisaje de ciudad, éste se despliega con acentos fuertes. Viaja por América y los esbozos de las futuras obras son ya un clásico en el Taller. Uno de sus últimos trabajos es un retrato desposeído de vestimenta, una forma reducida a su propia expresión que pierde apariencia reconocible, es el lenguaje de la muerte.

LA VIDA NOS QUITA UN SER EXTRAORDINARIO

Inauguró una exposición en Montevideo, el día antes al 1ro de setiembre de 1990, tan triste y que nos quitó tanto. —“Cuando regresamos, nos quedamos al lado de la estufa a leña. Era una noche muy fría y los acontecimientos del día vivido daban para una larga charla. Así llegamos hasta las tres de la madrugada. Soñamos con lo que iba a pintar en el verano. Luego fuimos a descansar…”

Manolo para siempre. Mariquita sigue en su ámbito natural de vida soñando proyectos y derramando solidaridades.

2 Comentarios

Evans Fodrinievans 7 años ago

muy buena pagina
saludos

Lilia Muniz 7 años ago

Gracias Evans. Nos vemos.